La Barraca

La vida del huertano estaba muy ligada a su parcela de tierra y su casa. La tierra le proporcionaba lo necesario para el sustento y por esa razón la vivienda se solía ubicar a pie de huerta.

La vivienda que tradicionalmente se asocia a la vida de los huertanos más humildes es la barraca. Estas eran casas de barro y cañizo, de reducidas dimensiones: apenas dos estancias y un altillo. Pero era mucho más frecuente la casa de adobe, hecha de ladrillos de barro sin cocer y enlucida de yeso.

Generalmente, en la puerta había una parra, higuera o palmera que daba sombra, ya que gran parte de las actividades cotidianas se desarrollaban en el exterior. Era frecuente también la presencia de un horno moruno para cocer pan y una pila para lavar. Como elemento decorativo de las fachadas solían poseer balcones de madera y las iniciales del padre de familia en el portal principal.

En el interior, el suelo era de tierra apisonada y sencillas estancias con escaso mobiliario. El altillo o cámara estaba destinado a secar el embutido de la matanza o a la cría del gusano de seda. En estas casas modestas destacaba el tinajero, como muestra de la escasa riqueza familiar. Así como una o varias arcas, con las iniciales de la novia, al ser parte de su ajuar. El ajuar doméstico de la vivienda solía ser aportado por la familia de la novia como parte de la dote. La casa y la cama solía ser aportada por el hombre.

Como parte del mobiliario de la casa, era frecuente encontrar la mesa de alas, las sillas o alguna platera. El mobiliario era de madera rústica, de pino rojo, salvo las sillas bastas que eran de morera. Muchos de esos enseres servían para guardar la loza, procedente normalmente de los talleres de Totana, Aledo y Lorca, y que solían tener decoración vegetal (platos, tazones) o ser toda de color rojizo (lebrillos). Más fina y, por tanto, al alcance de menos familias, era la que procedía de talleres foráneos: Manises (Valencia) era artesanía de cierta elegancia, en tanto Cartagena y La Cartuja (Sevilla) cerámicas industriales, con plantillas seriadas. También podía haber utensilios de bronce (almirez) y cobre (chocolatera).

Muchas casas de la huerta tenían animales de trabajo y de corral, entre las que se podían encontrar vacas, conejos, gallinas, cabras para la leche diaria y el cerdo.

¿Sabías qué?
Su ubicación al lado del río y la construcción tan poco sólida provocaba que en épocas de riada las barracas sufrieran terribles daños. En la riada de San Lucas (1545), por ejemplo, la alquería medieval fue completamente arrasada y en la de Santa Teresa (1879) se calcula que desaparecieron más de 5000 viviendas.